La unión hace la fuerza.

Hemos crecido juntas, dimos los primeros pasos juntas, nuestras primeras palabras juntas, aprendimos a levantarnos cuando caíamos juntas, y todo, absolutamente todo lo hemos hecho juntas y siempre seguiremos haciéndolo. Todos y cada uno de los momentos que hemos vivido no se me olvidarán nunca, los veranos en casa de la abuela o con toda familia, los baños en el fregadero o los mangerazos en bragas, las risas cuando la abuela no sabía sumar y la enseñábamos, los juegos en la plaza de albero, las chuches del kiosko de coca que hacían que nos doliera la barriga de tanto comer, nuestras travesuras, como cuando pusimos un huevo en el ventilador y se macho todo el techo, los paseos por coca en los que la abuela nos presentaba como: "la del Ramón es la traviesa y la del Santi la buena", los llantos cuando no nos dejaban ver doraemon, las carreras para que la abuela no nos diera en el culo con la zapatilla, las peleas por quién dormía en la cama y quién en el colchón, las fotos que tanto odiábamos, las siestas con patadas y ostias incluidas, los macarrones que acababan más en la cara que dentro, los chorizos que hacíamos, son tantos momentos... Y es que llevamos juntas toda la vida, pero no como todas las primas, nosotras somos como mejores amigas, como hermanas, así llevamos desde que íbamos en pañales por la casa, ¿y sabes que? Que no te cambio por nada ni por nadie.
Puede que ahora que somos más mayores, nos veamos tantos como antes cuando nos llevábamos todo el día juntas, pero no ha cambiado nada entre nosotras, seguimos siendo las mismas siempre, y sí, aun que hayamos crecido, nadie nos quita nuestros veranos juntas, nuestros mangerazos, nuestras charlas, nuestros consejos, nuestros secretos y todos nuestros recuerdos, porque esto que tenemos desde hace mucho tiempo no nos lo va a quitar nadie, ¿entiendes? Nadie, porque siempre hemos estado juntas y eso nunca va a cambiar.
La familia nunca te abandona, o por lo menos, eso es lo que dicen.
Te quiero muchísimo prima.

Todo ha cambiado, y yo lo quiero todo igual que antes.

Estoy harta de los lunes, de las máscaras, de la rutina, de los limites, de las bipolaridades, de callarme las cosas, de ser una ingenua, de ser olvidada, de ser invisible, de los horarios, de los silencios, y de mi. Me gustaba más la vida cuando solo los monstruos salían de debajo de la cama, cuando el hombre del saco me iba a llevar por las noches si no me dormía pronto y cuando pensaba que la magia existía.

Voy a vivir la vida, te guste o no.

Me he llevado muchas decepciones, se han ido de mi lado personas que jamás hubiera creído que se irían y le he fallado a personas que quería. Tengo enemigos, enemigos que intentan hacerme la vida imposible, y problemas que me gustaría que no estuvieran ahí. He conocido a personas únicas, de las que me siento orgullosa de tenerlas cerca, me han dado confianza personas que tenía desde hace tiempo y he establecido amistad con personas que nunca imaginé. He cometido errores, de los que todavía no he aprendido y he descubierto cosas que tenía muy en el interior.
Pero a pesar de todo, sigo levantándome con esa sonrisa en la cara, demostrándole al mundo que soy feliz gracias a esas personas que lo hacen posible, y aunque al final del día esa sonrisa haya desaparecido para convertirse en una cara larga, no me derrumbo; porque la vida es corta, voy a vivirla, he vivido ya demasiadas cosas, pero la aventura no ha terminado aquí, queda mucho por delante.

Inicié una partida de un juego, en la que nunca gano, ni pierdo.

Sólo, voy sumando puntos.

Me tomé un litro de ilusiones y vomité realidades.

A veces, la realidad puede ser un poco cruda, más bien, muy cruda; pero tampoco es bueno, estar en un mundo de ilusiones, ilusiones, que no ocurren, y bien sabes, que ni ocurrirán. Y aún peor es, que si vives en una nube de ilusiones, de la que puedes caer desde muy alto, el golpe te puede doler, te puede doler mucho más de lo que piensas.

"Él era todo un Romeo, pero ella, nunca quiso ser Julieta"


Ilusiones rotas en un tarro de cristal.

¿Te acuerdas cuando eras pequeña y te pintabas con el maquillaje de mamá? ¿O cuando te ponías sus tacones? ¿O cuando te ponías sus collares de perlas? ¿Te acuerdas de cuando querías ser una princesa? Ahora las cosas son un pelín distintas. Ya no sueñas cada noche con el baile en el que encontrarías a tu príncipe y llevarías unos zapatitos de cristal.
Y ahora miras hacía tras, y ves a esos niños que juegan al pilla-pilla, mientras no paran de reír, o a esas niñas, con un vestido rosa de princesa mientras se toman el té. ¿Les tienes envidia? Claro que sí, a todos nos gustaría volver a una época, en que el mayor de tus problemas era que se acabará el chocolate, y la mayor de tus preocupaciones, que no vinieran los reyes magos por navidad.
Pero un día estas ilusiones rotas, eran sueños recién construidos. Dicen que de una chispa puede salir una hoguera.
Así que… ¿Por qué no cumplir eso que un día convertiste en futuro?