¿Te acuerdas cuando eras
pequeña y te pintabas con el maquillaje de mamá? ¿O cuando te ponías sus
tacones? ¿O cuando te ponías sus collares de perlas? ¿Te acuerdas de
cuando
querías ser una princesa? Ahora las cosas son un pelín distintas. Ya
no
sueñas cada noche con el baile en el que encontrarías a tu príncipe y
llevarías unos
zapatitos de cristal.
Y ahora miras hacía tras, y ves a esos niños que juegan al pilla-pilla, mientras no paran de
reír, o a esas niñas, con un vestido rosa de princesa mientras se toman el té. ¿Les tienes envidia? Claro que sí, a todos nos gustaría
volver a
una época, en que el mayor de tus problemas era que se acabará el
chocolate, y la mayor de tus preocupaciones, que no vinieran los reyes
magos por navidad.
Pero un día estas ilusiones rotas, eran sueños recién construidos. Dicen que de una chispa puede salir una hoguera.
Así que… ¿Por qué no cumplir eso que un día convertiste en futuro?
Pero un día estas ilusiones rotas, eran sueños recién construidos. Dicen que de una chispa puede salir una hoguera.
Así que… ¿Por qué no cumplir eso que un día convertiste en futuro?